Llegada: Plaza Francesc Macià (Les Corts)
Resumen:
Caminata por ciudad, por barrios con poco tráfico en domingo, y pasando por 10 parques y jardines, muchos de ellos poco conocidos. Se hace con ropa cómoda y zapato deportivo.
Cómo llegamos:
Plaza María Cristina, al pie de los rascacielos de La Caixa. (Metro L3, TramBaix, bus)
Longitud: 7,4kms (hasta el Parque de Monterols), 8,7kms si se termina en Turó Park. Hay cuestas, y algunos parques son muy empinados, por lo que nos cansaremos bastante, es dificultad media.
Duración: unas 2,5 - 3 horas, contando con ver los parques con tranquilidad y descansar en alguno.
Orografía de la ruta y particularidades: muchas cuestas, algunas como la subida al parque del Castell de l'Oreneta son duras, muy cansadas.
Paisaje: ciudad, pero pasando por barrios de clase alta con gran profusión de jardines, y por muchos parques. Parte del recorrido es por los antiguos pueblos de Sarrià y Sant Gervasi. Vistas a Collserola y resto de la ciudad.
Construcciones: se pasa por muchos palacetes y edificios destacados, es bueno llevar cámara.
Servicios: todo tipo de establecimientos y cafés.
¡Arreando!:
pasamos en primer lugar por los jardines de Villa Amelia y de Villa Cecilia, hoy dos diferentes pero que llegaron a ser uno solo: han sido cortados por la mitad para crear una calle y se perdió el palacio Villa Amelia para especular con pisos.
Afortunadamente sobreviven muchos árboles centenarios en los dos y el palacio de Eduardo Conde (Villa Cecilia), hoy centro cívico.
Seguimos subiendo ya el barrio de Pedralbes hasta encontrar el gran parque del Castell de l'Oreneta, uno de los más salvajes, boscosos y descuidados de Barcelona. Se trata de la unión de dos antiguas fincas forestales y agrícolas (quedan restos de construcciones relacionadas) que conservan casi totalmente su bosque mediterráneo original.
Además guarda sorpresas como unos ponis para que los niños paseen en ellos y unos trenes en los que montarse toda la familia.
A punto estuvo de construirse un hospital de la Cruz Roja en este bosque pero el ayuntamiento lo compró.
El parque debe su nombre a los restos de un pequeño castillo-palacio de 1910 destruido en la Guerra Civil, desde cuyo tejado se tienen bonitas vistas.
Siguiendo por la zona alta llegamos al parque de Joan Raventós. Lo que antes era una riera abandonada llena de escombros y basuras junto al casco antiguo de Sarrià, hoy se ha convertido en un parque que aprovecha el desnivel y el curso de la riera de forma ejemplar, y guarda en su subsuelo un complicado sistema de aljibes para evitar riadas cuando llueve abundantemente.
Luego continuamos hasta los jardines del Doctor Roig y Raventós, para descubrir que 3/4 partes de ellos han sido totalmente arrasadas para hacer un parking subterráneo y sigue siendo una explanada sin recuperar sobre el mismo. Los jardines solo ocupan ya un rinconcito. Una pena.
La siguiente parada fueron los Jardines de Can Altamira, muy pequeñitos, pero recuerdo del típico jardín burgués barcelonés, frondoso y con elementos arquitectónicos destacables. Conserva un par de puentes (uno de piedra, otro colgante) y la sorpresa de la sala 'hipóstila', una sorprendente sala abovedada (en estado de abandono) con columnas neorrománicas.
Este parque tuvo una extensión mucho mayor, y un sistema de grutas subterráneas a las que se entraba por esta sala, pero tras donarlo su propietario a las misioneras de la Concepción se lo cargaron levantando un enorme colegio y el ayuntamiento terminó de destrozarlo abriendo dos calles alrededor.
Siguiendo por el camino del pueblo de Sarrià al pueblo de Sant Gervasi encontramos ya junto al tranvía del Tibidabo los Jardines de la Tamarita.
Oh señor qué gozada para los sentidos.
Se trata, a mi juicio, de uno de los mejores parquecitos de Barcelona. ¿Cómo puede ser que un espacio tan pequeño esté tan bien creado que te de la sensación de ser un parque mucho mayor?.
Estos deliciosos jardines de inspiración andalusí (el agua siempre presente) e inglesa (parterres) fueron uno de los primeros trabajos del paisajista Rubió i Tudurí, y constituyen uno de los mejores oasis para olvidarse de que uno está en Barcelona.
Está dividido en parcelitas con fuentes, esculturas, tupidas mallas vegetales, diferentes composiciones, y el antiguo palacio en el centro.
Hay paseítos cuya frondosidad, humedad y aromas nos hacen creer que estamos en otro lugar de montaña.
Este parque también era mucho mayor, como ocurre con todos los privados que se conservan en Barcelona, y en él se alzaban las casas de los hijos de la familia, pero se fueron vendiendo y han quedado fuera del parque.
La ruta que tracé continuaba por los jardines del Turó del Putget, el parque de Manterols y el Turó Park, pero el ascenso al Castell de l'Oreneta me había dejado muy cansado, y lo continuaremos en otra ocasión.
(las fotos fueron tomadas con mi cámara habitual)
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